domingo, 26 de junio de 2016

Elecciones y reorganización del Estado

Después de una semana de vacaciones, en que me he dado un buen baño de los clásicos ,creo que he vuelto con fuerzas y pensamientos renovados.  Leyendo a Plutarco y sus vidas paralelas he aprendido más de la sociedad moderna que analizando la propaganda política de los telediarios. Nada hay mejor que contemplar los sucesos desde la distancia para reconocer ,sin intromisiones emocionales ,sus elementos más relevantes. Esto me ha pasado en cuanto al conocimiento político y la necesidad de rehabilitación de los clásicos para poder combatir los problemas de hoy.
¿Se puede reorganizar la sociedad actual desde un sistema que solo evalúa medidas a corto plazo?
Las revoluciones , entendidas como cambio estructural ,revitalizando el Estado, siempre requieren un poder autoritario. Desde las monarquías y democracias más antiguas, cómo la de Licurgo o Numa, sea benévolo el poder o agresivo, el desorden conlleva medidas autoritarias de orden. Sin embargo lo relevantes no es que sea necesaria la autoridad sino la violencia. César requirió una guerra externa y dos civiles para acabar con la oligarquia senatorial , regenerando un estado que terminó liquidandolo. Del mismo modo Licurgo para el establecimiento de su constitución  necesito de la autoridad y de un golpe de Estado de su recien formada Gerusia o Consejo de Ancianos. Por benévolo,  popular y compasivo del poder la sombra del autoritarismo siempre reina en las grandes revoluciones. El establecimiento de las oligarquías requiere la eliminación o suplantación de los dictadores o los reyes.
Dicho esto, siguiendo todo cambio histórico de calado, ninguno se ha realizado en la paz de los hogares . Solo las sociedades guerreras han dado paso a autoridades más benévolas y este no es el caso de nuestras sociedades modernas, llenas de desesperación sin su dosis de ocio y voluntad particular. Desgraciadamente el desorden revolucionario solo encuentra su síntesis perfecta ,aunque temporal, en un espacio de orden generalmente establecido a partir de un conflicto  violento en casi todos los casos, ya sea externo o interno.

Eso por el lado de los que defienden la reforma a través de un sistema evolutivo.

Unas elecciones, por tanto, solo pueden ser un paso previo a un cambio social más profundo y nunca el cambio en sí.

Analizando los resultados particulares de estas elecciones vemos dos fenómenos,
- La representación del cambio en España en movimientos populistas de corte comunista.
- Un miedo racional y legitimo a una vuelta a la situación disruptiva de los 30, con una extrema izquierda, cómo fuente de desorden, liquidando clase media y espacios de convivencia nacional, que hace votar a la derecha moderada pero también corrupta e inmovilista que gana fuerza en unas segundas elecciones a falta de movimientos de cambio en el lado derecho del tablero.

Antes este fenómeno se echa en falta una fuerza equilibradora hacia el orden , un movimiento de corte nacional tradicional pero a la vez moderno, revolucionario y popular que integre el nuevo mundo con el viejo en perfeccion. Ese movimiento , esa fuerza sin catalizador en España, esta esperando liderazgo y apoyo económico.  De la realización de esa fuerza y de su colaboración e integración con la izquierda nacional y revolucionaria, su materialización parlamentaria o de poder efectivo fuera de las instituciones tradicionales ,va a depender un futuro de cambio real y revolucionario para España sin destruirla, engrandeciendola.

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