jueves, 28 de diciembre de 2023

LA LEY DE ACERO DE LA HISTORIA: ESPAÑA ¿ÚLTIMA FASE?

 

Hay una ley de acero de la historia. Una cronología ineludible de hechos y eventos que acaban siempre en una sucesión de Imperios derrotados, naciones débiles y estados balcanizados. No hay manera de evitarla. Es la relación que empieza con derrotas en el campo de batalla. Sigue con la conquista cultural de las élites por sus enemigos, que copian y se mimetizan perdiendo su sentido original, pero preservando sus privilegios y abandonando su sociedad base de su soberanía.  Y acaba definitivamente como una nación debilitada y finalmente con una carcasa de estado balcanizado títere, siervo y almacén de suministro de las potencias de su época o en el mejor de los casos como parte integrada y efectiva de un imperio, de una unidad más grande.

Una vez marcado el teorema podemos aplicarlo y preguntarnos ¿Cómo se explica esto en España y en qué fase nos encontramos?

España junto con Roma es uno si no el más grande los imperios occidentales. Abarcó los dos hemisferios y no mediante protectorados, puertos francos, colonias extractoras como británicos, franceses y en parte los portugueses (que también participaron de la Monarquía Hispánica largo tiempo) si no llevando su cultura católica y grecolatina a todo un hemisferio en la idea de encontrar sus mitos medievales y de fundar una nueva Arcadia político cristiana renacentista. La realidad siempre es una caricatura del sueño, del ideal y aunque eso nunca se logró si se consiguió una prosperidad y una conexión entre culturas y razas que ninguna otra potencia de nuestro tiempo, fuera del Imperio ruso y en un ámbito geográfico absolutamente continental consiguió jamás.

En el SXVIII los astilleros de la Habana eran de los mas avanzados de su tiempo. Las universidades americanas podían competir con las europeas y la ciudad de Méjico o Lima podían compararse con cualquier ciudad europea.

A partir de los Borbones después de una fuerte presión demográfica, organizativa y bélica de la Guerra de los Treinta Años y la Guerra de Sucesión, el protoestado de nación hispánica, la primera Nación, comenzó a seguir tanto las modas como los intereses de sus antiguos enemigos los franceses. Por otro lado, siguió manteniendo un corpus cultural único por su pueblo, aunque las costumbres extranjeras fueron poco a poco cambiando las viejas costumbres austeras y de fe, peculiares que hacían de esas Españas de numerosos pueblos un cuerpo único.

Lo que fue imposible para el inglés y el francés por la guerra, nuestras élites lo pudieron conseguir con ese debilitamiento moral e intelectual a pesar de su herencia en solo siglo y medio.

Ya hacia 1850 España había dejado de ser una organización política única en dos hemisferios. Apenas quedaban algunos restos de territorios como Cuba, Puerto Rico o Filipinas tan españoles como lo pudieran ser Navarra o Granada (o como podía haberlo sido Méjico en el que Hernán Cortes desembarcó en 1519 sólo 6 años después de la anexión de Navarra por los Reyes Católicos) pero que con la nueva cultura de sus élites ya en el SXIX, masones y británicos, emparentados con las grandes casas aristocráticas o burguesas españolas, querían alardear de todo aquello que en su día el viejo imperio constructivo de sus antecesores objetó: de colonias extractivas y esclavos, soberanía de la metrópoli y favor al libre comercio británico.

Ante esa debilidad política, que llevaba a la falta de aprecio por los pueblos hermanos de sus territorios, y junto con una guerra provocada y probablemente con resultados pactados por nuestras élites, perdimos también esos restos fuera del territorio peninsular a excepción de algunos presidios africanos y Canarias tierra que, no olvidemos, fue colonizada con anterioridad incluso a la unión de las dos coronas que conformaron España.

Pasamos por tanto ya de Imperio victorioso a derrotado, llegando a la estación de nación débil.

La evolución lógica de un estado débil, un estado liberal -monárquico fruto de una élite española completamente dominada y al servicio de las élites económicas internacionales, británicas y francesas, que nos mantenían política, cultural y económicamente como civilización de segunda y sin cohesión alguna, fue la sucesión de explotación económica por las potencias y un nº insultante de guerras civiles, conflictos, revoluciones y pronunciamientos.

Una vez ya en esta situación salir de ellas requiere hechos históricos, medidas y personas excepcionales. La puesta en duda de los imperios británico y francés por Alemania a partir de los 30, puso a España al servicio de las potencias como campo de batalla en una Guerra Civil (muy similar por cierto a lo que pasa ahora en Ucrania).

Sin embargo, este hecho luctuoso y terrible de nuestra historia dio a España claramente una oportunidad y un respiro en su servidumbre, al menos un cambio que le proponía un estatus más soberano con la victoria de Franco apoyado por las potencias del Eje en el bando que preconizaba la unidad nacional soberana.

A punto de descomponerse balcánicamente en dos experimentos republicanos liberales, uno a principios del SXIX y otro a principios del XX, totalmente fallidos, España tuvo contra todo pronóstico un período de recomposición lento pero continuo.

Después de la II GM con la derrota de las potencias del Eje la España franquista tuvo problemas políticos de mucha envergadura. Sin embargo, con algunos pocos apoyos externos pudo mantenerse y la lucha sin cuartel entre los antiguos Luchadores de la Libertad contra el Fascismo, la URSS vs GB- EEUU, hizo que el franquismo tuviera su hueco en la lucha geopolítica y se realizarán esfuerzos económicos importantes para buscar su alineación, la cual, con buen criterio político Franco y sus gobiernos dosificaban sin comprometer absolutamente su soberanía igual que ya hizo con III Reich y la Italia de Mussolini.

España aplicó una serie de planes trienales, una versión española de los famosos planes industriales fascistas o quinquenales soviéticos de las economías mixtas o planificadas que supusieron el milagro económico de los 60 y 70 , una expansión demográfica y del empleo , y que fueron finalmente al traste con el asesinato nunca aclarado de Carrero, con el que en último término se esperaba además de un crecimiento del poder económico en la escena mundial , la soberanía militar con capacidad de disuasión atómica con un papel importante del Sahara como lugar de pruebas.

Los años previos a la muerte de Franco y su sucesión, en un período iniciado poco antes del asesinato de Carrero, presidente de España, permitió de nuevo a las potencias jugar en el tablero español como en el SXIX con lo que todos los planes soberanos se acabaron.

España abandonó el Sahara y sus planes atómicos, comenzó su incorporación a la CEE, a la OTAN militarmente a pesar de tener ya unos acuerdos bilaterales con Estados Unidos extremadamente amplios después de la muerte de Carrero y se incorporó con posterioridad al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.

En lo político interno España se incorporó de nuevo  a un sistema monárquico liberal abandonando su exigencia a GB en Gibraltar , perdiendo toda capacidad de mediación en el Sahara , incorporando al juego político liberal a todos los partidos nacionalistas locales lo que supone el germen de los actuales problemas de independentismo y de falta de cumplimiento judicial incluso de preceptos constitucionales en niveles educativos e institucionales sobre la unidad de España junto con la incorporación en la Constitución Española la posibilidad de las nacionalidades frente a la nación española permitiendo la delegación de competencias  claves como la educación  en manos de las nuevas y proclamadas autonomías, un “frankenstein” de difícil integración y consolidación jurídica y política entre un estado federal y central.

Con la integración en el mercado único España desmantela gran parte del perfil industrial además de abandonar el estado su labor como agente de impulso industrializador y estratégico nacional. Sin meternos en discutir si fue una real “reconversión” o abandono directo de sectores o venta de los mismos a inversores extranjeros España debilitó su peso industrial sacrificándolo por el sector servicios, principalmente turístico recogiendo residentes europeos, fuertes subvenciones a las infraestructuras ferroviarias y viales , una  “transformación” o perdida progresiva del sector agrario/ganadero/pesquero y sobre todo por su incorporación como acreedor en un mercado financiero anglosajón mundial con una fuerte ampliación de la capacidad de endeudamiento  a costa de perder aun mas su soberanía económica y decisión internacional, aunque a corto plazo con un aparente progreso económico. Todas estas políticas han tenido una fuerte influencia en que España disminuya su tejido productivo, así como la propiedad nacional del mismo. También la capacidad de crecimiento de su clase media mantenimiento de poder adquisitivo y económico, junto con la liberalización de mercados como el inmobiliario, abandonando políticas de intervención que faciliten el acceso a la vivienda como la construcción de vivienda pública y la socialización del alquiler como fue la Ley de Renta Antigua lo que evitaba una especulación inmobiliaria masiva y la acumulación de la vivienda como bien de inversión por parte de grandes propietarios o capitales.

Las consecuencias de todo esto son claras. De manera lenta e inexorable hemos ido avanzando en un incremento de las diferencias entre clases, vía paro y  acumulación de capital, migración internacional, libertad de capitales, invierno demográfico y no solo eso si no a una menor capacidad de ser propietario de la propia vivienda un problema prácticamente fue erradicado ya en los años 70 antes del final del franquismo y que vox populi salvo herencia (otra vez volvemos a la acumulación de capital) es acuciante para las nuevas generaciones y para evitar un colapso cultural demográfico.

La migración como factor disgregante, junto con el nacionalismo y las derivas políticas de la democracia liberal están poniéndonos claramente de nuevo en la última de las estaciones del viejo Imperio, los estados balcanizados -el estado previo al fallido.

Desde un punto de vista puramente de cohesión interna el estado ya es fallido. Ya es una anomalía o algo considerado cuanto menos heroico o extravagante considerarse español en dos de las regiones más ricas de la nación. Por otro lado, no se considera nada malo que alguien se haga sentir equidistante de España por razones económicas para evitar poner en peligro sus negocios o forma de vida, liberal europeo o ciudadano del mundo por razones cosmopolitas en el resto de los territorios nacionales. Todos los pasos culturales y económicos se están dando.

Institucionalmente se podría decir que, dejando el entorno pacífico, de momento, en que estas cosas suceden, estamos ante una forma moderna de estado nación fallido algo por cierto muy similar al clima de desaparición del estado austrohúngaro previo a su desaparición.

¿Será esta la definitiva?

La sensación que se vislumbra del panorama político y geopolítico es cuanto menos inquietante. La espita económica nos irá dando hacia donde se moverá el siguiente y esperemos que último experimento liberal, para bien o para mal.