domingo, 26 de abril de 2015

El hombre como cerilla

Los hombres deseamos las personas y las cosas como combustionan las cerillas. Nos cuesta reconocer que el ardor de nuestras pasiones es como el del fosforo: una llamarada que sorprende y quema fugazmente, pero que pronto, despues del primer fogonazo ,se va apagando a gran velocidad y sin remision. Por eso la valia de los hombres para una tarea o empresa nunca debe medirse solo por su entusiasmo o pasion inicial y repentina, por la cabeza del fosforo, si no por la calidad y la largura de la madera que alimenta el fuego, esa voluntad verdadera de brillar durante todo el tiempo que sea posible.

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