Todos los que han dado de manera objetiva vueltas a este tema, que tengan un mínimo de intelectualidad y que no se engañan a sí mismos en el solitario de sus pensamientos, saben que el aborto en los países desarrollados (en que la esperanza de vida de un recién nacido es prácticamente el 100%) es un asesinato moral, aunque no lo sea legal.
Cualquier antropólogo podría, con los avances actuales en la maternidad moderna, asimilarlo al infanticidio .
El
infanticidio se utilizaba con una cierta normalidad en Grecia con los niños ya nacidos y
también en Roma donde se abandonaban en el Tíber.
En
Grecia se dejaban a su suerte en los caminos o se abandonaban en las
faldas del Monte Taigeto ,como el caso de Esparta, aunque siempre en este último estado griego por cuestiones de
salud pública o falta de recursos colectivos. Muchos padres en el caso no
espartano (en el cual la actuación individual en lo que afectase a la
polis estaba legislada) obraban esto sabiendo de la suerte y de la naturaleza
de su acto, por sustento, por egoísmos o por pura calibración del avance social
que puede conseguir un solo hijo primogénito.
La
diferencia una época a otra no es el acto en sí, igual de brutal y razonado, aunque
menos sanguíneo o explícito en la actualidad en el que los medios tecnológicos permiten cortar el hilo de la vida de manera mas prematura. Es la no existencia en la
antigüedad de los tintes hipócritas, mojigatos y netamente hedonistas que
tiene en la actualidad y que hacen de esto un hecho aún más abominable y lamentado
por cualquier individuo con cierta nobleza de carácter o de espíritu.
Tanto
la izquierda por declaración, como la derecha decimonónica por su pasividad e
hipocresía (todos sabemos quien iba abortar cuando estaba prohibido a Londres)
tienen ese lastre moral e intelectual, esa doblez apestosa que deslegitima
cualquier causa.
Si
lo comparamos con Esparta, aquellos que se rasgan las vestiduras con la
Antigüedad o presumen, de civilizados respecto a los bárbaros, no son solo
hipócritas e incoherentes, si no que encima, son insolidarios con la
colectividad (pues el infanticidio tenía al menos un fin público de eugenesia a
veces derivada de la escasez de recursos en esas sociedades menos avanzadas
tecnológicamente).
Quien se quiera poner la careta de civilizado que se la ponga, pero por favor que no tenga la desfachatez de posicionarse como paladín de los derechos del hombre, pacifista, amoroso y sensible protector de la raza humana y amigo de la vida con esta postura.
El
aborto fuera de supuestos de salud excepcionales o de viabilidad futura, después de varias semanas, es
un asesinato, ya sea más justificado o no colectivamente. Y contra un ser que
no se puede defender, pues es un hecho que llegará a ser una persona plena en
la mayoría de los casos y en una situación promediada de cobertura de
derechos sanitarios en los Estados occidentales.
Al menos en una guerra hay conflicto de dos partes que luchan por la victoria conscientes de sus actos. En el aborto los primeros derechos que son pisoteados son del más débil, es decir de aquel incapaz de defender su propia existencia. Hasta la pena de muerte, por el daño social del delincuente , podría tener mas justificación moral , dada por el Estado, que el aborto de un feto sin mácula.
La
exterminación de un neonato sano es sin duda una clara atrocidad moral y ética principalmente hablando de países desarrollados,
todos ellos con recursos mas que
suficientes para atender a los futuros recién nacidos, ya sea individual o
colectivamente, articulando las instituciones públicas y los fondos a través de
impuestos a los que mas recursos tienen ,si lo primero no es posible.
Asumamos
nuestras decisiones y convivamos cargando con ellas. Pero no nos engañemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario