martes, 8 de diciembre de 2020

LA PAMPLINA MORAL DE UNA SOCIEDAD POSTMODERNA QUE LEGITIMA EL ABORTO

 

Todos los que han dado de manera objetiva vueltas a este tema, que tengan un mínimo de intelectualidad y que  no se engañan a sí mismos en el solitario de sus pensamientos,  saben que el aborto en los países desarrollados (en que la esperanza de vida de un recién nacido es prácticamente el 100%) es un asesinato moral, aunque no lo sea legal.

Cualquier antropólogo podría, con los avances actuales en la maternidad moderna, asimilarlo al  infanticidio .

El infanticidio se utilizaba con una cierta normalidad  en Grecia con los niños ya nacidos y también en Roma donde se abandonaban en el Tíber.

En Grecia se dejaban a su suerte en los caminos o se abandonaban en las faldas del Monte Taigeto ,como el caso de Esparta, aunque siempre en este último estado griego por cuestiones de salud pública o falta de recursos colectivos. Muchos padres en el caso no espartano (en el cual la actuación individual en lo que afectase a la polis estaba legislada) obraban esto sabiendo de la suerte y de la naturaleza de su acto, por sustento, por egoísmos o por pura calibración del avance social que puede conseguir un solo hijo primogénito.

La diferencia una época a otra no es el acto en sí, igual de brutal y razonado, aunque menos sanguíneo o explícito en la actualidad en el que los medios tecnológicos permiten cortar el hilo de la vida de manera mas prematura. Es la no existencia en la antigüedad de los tintes hipócritas, mojigatos y netamente hedonistas que tiene en la actualidad y que hacen de esto un hecho aún más abominable y lamentado por cualquier individuo con cierta nobleza de carácter o de espíritu.

Tanto la izquierda por declaración, como la derecha decimonónica por su pasividad e hipocresía (todos sabemos quien iba abortar cuando estaba prohibido a Londres) tienen ese lastre moral e intelectual, esa doblez apestosa que deslegitima cualquier causa.

Si lo comparamos con Esparta, aquellos que se rasgan las vestiduras con la Antigüedad o presumen, de civilizados respecto a los bárbaros, no son solo hipócritas e incoherentes, si no que encima, son insolidarios con la colectividad (pues el infanticidio tenía al menos un fin público de eugenesia a veces derivada de la escasez de recursos en esas sociedades menos avanzadas tecnológicamente).

Quien se quiera poner la careta de civilizado que se la ponga, pero por favor que no tenga la desfachatez de posicionarse como paladín de los derechos del hombre, pacifista, amoroso y sensible protector de la raza humana y amigo de la vida con esta postura. 

El aborto fuera de supuestos de salud excepcionales o de viabilidad futura, después de varias semanas, es un asesinato, ya sea más justificado o no colectivamente. Y contra un ser que no se puede defender, pues es un hecho que llegará a ser una persona plena en la mayoría de los casos y en una situación promediada de cobertura de derechos sanitarios en los Estados occidentales.

Al menos en una guerra hay conflicto de dos partes que luchan por la victoria conscientes de sus actos. En el aborto los primeros derechos que son pisoteados son del más débil, es decir de aquel incapaz de defender su propia existencia. Hasta la pena de muerte, por el daño social del delincuente , podría tener mas justificación moral , dada por el Estado, que el aborto de un feto sin mácula.

La exterminación de un neonato sano es sin duda una clara atrocidad moral y ética  principalmente hablando de países desarrollados, todos ellos  con recursos mas que suficientes para atender a los futuros recién nacidos, ya sea individual o colectivamente, articulando las instituciones públicas y los fondos a través de impuestos a los que mas recursos tienen ,si lo primero no es posible.

Asumamos nuestras decisiones y convivamos cargando con ellas. Pero no nos engañemos.

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