Nada puede ser planificado. La planificación es siempre el juego del hombre y su ego: sano y creyente en su libre albedrío. Del joven soñador y romántico: de la fuerza vital aún sin eclosionar llena de energía. De la semilla : eso que es todo y nada a la vez. También del loco o del moribundo que juega a ser ese hombre, como si nada pasase, lleno a veces de melancolía en el caso del moribundo, o de euforia en el caso del loco.
Es difícil planificar encontrándose mal. La única
planificación que le queda sólida al enfermo atribulado por la muerte es la testamental.
Por eso una de las principales preocupaciones siempre del
hombre reflexivo y sabio que aprendió la sabiduría del Árbol de la Vida, su
contingencia y la certeza de su muerte, es su legado.
Todo legado por otro lado es efímero en la Eternidad. Pero
si bajamos escalones en esa Eternidad a millones de años, de millones a miles,
de miles a centurias, de centurias a décadas y de décadas a años podemos ir
acoplando nuestra ambición y satisfacción a nuestras limitaciones humanas. Dejar
una pequeña esperanza en la posteridad que redima nuestro ridículo y colosal
ego.
Dentro de los legados el mas menospreciado por el hombre
contemporáneo occidental son los hijos. Para las mentes mercantiles y
productivas de nuestro tiempo no hay peor inversión que un hijo, pero desde que
la Humanidad y las especies vivas nacieron no hay otra manera mas económica y
con posibilidades de duración que procrear con éxito y hacer madurar esa
procreación.
Para el hombre de sabiduría última, que solo mira en eones e
infinitos, hasta los hijos se vuelven falaz engaño de Eternidad. Pero gracias a
Dios, la Providencia, los Seres de Luz alienígenas que nos crearon o las fuerzas
místicas o espirituales que unen el Universo en espacio y tiempo, esos hombres
raros y escasos, con halo de locos o de iluminados, suelen legar el inefable hálito
de la Religión o de los actos más duraderos, terribles o maravillosos de la Historia,
pero también finalmente efímeros.
No se conoce por tanto acto más común y eterno entre los hombres
que el deseo de amor que da lugar a la procreación haciéndola efectiva. Aún asi
el hombre sufre ese destino, el más grande que posee, como un deseo de procrear
que no puede controlar. De esa fuerza surge siempre el Amor como talismán y
refugio de las ideas más nobles y viles. Y ese significado, por lo que estamos comentando,
no es casualidad.
Hay gente que vive ese amor destruyendo su parte eterna, aquella
que le hace tener descendencia: miedo al
dolor humano y poca esperanza en la humanidad, carencia espiritual y ambición
material o por incapacidad física, principalmente en la modernidad por
ignorancia de esto que afirmo.
Esa parte de su legado es la mas incierta y de raíces más fuertes,
pero no es la única. La inspiración espiritual es siempre un legado muy
poderoso a veces mayor que el de la materialidad y fuerza de la sangre. Hay hombres
que perduran algún tiempo a veces miles de años por la inspiración en otros
hombres. Esta fuerza puede llegar a ser tan fuerte, o al menos tan ilusoria en
eternidad, como lo es la generación de otros seres humanos.
Entre las herramientas de legado más increíbles que nos han
dejado nuestros ancestros la mas maravillosa de todas es el libro. Parece
mentira que un tocho de papel pueda ser tan poderoso cuando cae en ciertas
manos. ¡Su fuerza es incierta, pero que materia del futuro hecha por los
hombres tiene la certidumbre asegurada ¡
Muchos libros me han dejado marcado de manera indeleble y
gracias al hálito de fuerza de sus creadores que desprendían sus páginas he
podido yo escribir estas líneas con la humilde forma que me permite mi daimon,
ese espíritu eterno, ese Espíritu Santo, nuestro Paráclito interior que por la
gracia de Dios habita en nosotros hasta que vuelve a su Creador. Supongo que
las grandes obras del espíritu son siempre construidas sobre los castillos y fortalezas
mentales hechas por otros que se utilizan como base. Siempre la mayor gloria de
alguien que escribe debe ser servir de semilla, de base de operaciones, de
campamento base de una escalada mucho mayor que la de el mismo.
Siempre nos queda por tanto lanzar la botella al mar. Esa
pequeña botella con un mensaje que sea rescatado por hombres para los que
merezca la pena lanzar mensajes pidiendo auxilio o relatar el hallazgo de
tesoros que solo algunos pueden descifrar.
Increíble tu inspiración en estos momentos...me ha gustado xq transmite mucho y bueno...
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